La profesión de los soldadores se centra en el ensamble de materiales como acero, aluminio, latón, acero inoxidable… por lo que es igual de importante tomar las precauciones adecuadas durante el proceso, como tener los conocimientos técnicos sobre los materiales con los que trabajan, poseer una buena destreza y prestar una gran atención a los detalles. Gracias al desarrollo de las nuevas tecnologías y la aparición de nuevas técnicas, los riesgos de sufrir graves lesiones, o incluso de provocar la muerte, son cada vez menores. Aun así, debido a la constante exposición a ruidos, a rayos ultravioletas y a gases peligrosos, la protección adecuada es fundamental para reducir los posibles riesgos, pues los daños provocados en la salud son prácticamente irreversibles.
A continuación nombraremos algunos de los riesgos a los que se exponen y cómo prevenirlos correctamente:
En primer lugar, el riesgo de sufrir quemaduras es bastante significativo debido a que muchos procedimientos implican el uso de arcos eléctricos o llamas abiertas. Para prevenir estas quemaduras y evitar la exposición al calor extremo, es obligatorio el uso de un equipo de protección personal de guantes de cuero y chaquetas protectoras.
En segundo lugar, el brillo de la zona de soldadura puede provocar una enfermedad conocida como «ojo de arco», en la que la luz ultravioleta causa una inflamación en la córnea que puede llegar a quemar las retinas. Las gafas protectoras y las mascarillas con placas de rostro moreno deben usarse para prevenir esta enfermedad. Además, en los últimos años los cascos cuentan ya con un panel frontal que se oscurece con la exposición a altas cantidades de luz ultravioleta.
En tercer lugar, los soldadores están constantemente expuestos a gases tóxicos y diversas partículas. La composición de dichos gases depende de varios factores, como el método y los aditivos empleados, el material pegado y el tratamiento de la superficie o la potencia de los transformadores de soldadura. Los procesos como la soldadura por arco con núcleo fundente y la soldadura por arco metálico blindado producen un humo que contiene partículas de diferentes tipos de óxidos, los cuales son muy perjudiciales para la salud y pueden llegar a provocar, por ejemplo, la «fiebre de los humos metálicos». Los gases también pueden contener, en distintas proporciones, fluoruro, óxido de hierro o cromo, en función de nuevo del método utilizado, del revestimiento de las varillas o del material unido. La toxicidad de los humos depende del tamaño de las partículas, siendo así las más pequeñas las que presentan un mayor peligro. Muchos de los procedimientos producen también distintos gases y vapores, junto con dióxido y monóxido de carbono, ozono y óxido de nitrógeno, que pueden ser muy peligrosos si le añadimos una ventilación incorrecta. Es conveniente, en definitiva, conocer los componentes de los gases para impedir que provoquen daños en la salud de los soldadores, y esto pasa por emplear elementos de protección personal y conservar la aislación de la zona de trabajo, así como disponer de equipos que aspiren y envíen al exterior los vapores producidos en lugares cerrados. Además, el uso de gases comprimidos y de llamas en los procesos de soldadura, suponen un mayor riesgo de explosiones e incendios, por lo que otras de las precauciones recomendadas son limitar la cantidad de oxígeno en el aire y mantener siempre los materiales combustibles alejados del lugar de trabajo.
Finalmente, esta labor puede provocar dolores de cabeza e irritación de ojos y garganta, además de estados febriles cuya sintomatología es parecida a la de una inflamación aguda de las vías respiratorias. También pueden aparecer edemas agudos de pulmón. En cuanto aparezca algún malestar, lo recomendable es realizar un chequeo médico para advertir posibles daños en el pecho y, mediante análisis de sangre, detectar un aumento en el número de células inflamadas.
El equipo de protección personal de los soldadores debe contener casco, careta con vidrio de color, guantes, pechera, polainas, mangas de cuero, botines de seguridad y protectores auditivos. Los especialistas han dividido las fuentes de riesgos en diferentes grupos («mapa de riesgos»), para saber cómo adoptar las medidas oportunas. Estos grupos son: el ambiente físico (como espacio y humedad), los contaminantes (gases y vapores), el esfuerzo físico (posturas inadecuadas), la carga mental (atención y monotonía) y la seguridad (máquinas e instalaciones).